Higiene, salud y ahorro para los baños de un colegio

Publicado en27/01/2022 por


A pesar que uno va cumpliendo años cada vez más de prisa (o eso parece), todavía recuerdo muchas veces las experiencias y peripecias que viví en mi etapa escolar cuando era pequeñito. No voy a especificar exactamente de qué años se trata, para que nadie intente hacer un cálculo de mi edad, pero sí daré una pista diciendo que ya han pasado unas cuantas primaveras y que entonces, series como el equipo A o el coche fantástico reinaban en la pequeña pantalla. Son imágenes y sonidos que parecen grabarse y sellarse dentro de nosotros. Son y conforman un pequeño cachito de nuestra esencia que parece dormida, pero que siempre está allí para recordarnos parte de quiénes somos y de dónde venimos.

El otro día, mientras charlaba precisamente con un amigo de aquella época, sobre nuestras aventuras y desventuras en el colegio, y a la vez que nos hacíamos la recurrente pregunta “¿qué fue de menganito o fulanita?”, me di cuenta (a lo mejor por deformación profesional, ya que trabajo en Mediclinics) que muchos de esos recuerdos e imágenes están ligados a un lugar al que no nos gusta mucho hablar cuando vamos, quizás porque nos hace más terrenales, que es el lavabo o cuarto de baño. Quién no recuerda haber vivido allí conjuras, secretos, disputas, carcajadas, pequeñas peleas o rifi rafes, momentos de coquetería delante del espejo en busca del encantamiento de nuestro primer amor, pintadas de amor y de odio en las paredes, y un largo etcétera que casi no tendría fin.

Son tan numerosos, que sería imposible quedarnos con un solo y único momento. Aunque si algo tienen en común todos ellos, es la gran cantidad de personas y de niños y niñas que por allí pasaban. Y es que, si lo pensamos bien, el baño de un colegio en muchas ocasiones se convertía en un “pequeño zoo”, en un “pequeño caos”. Hablando con este amigo que os comentaba anteriormente, nos preguntábamos si hoy en día con todo el tema de la pandemia del coronavirus las cosas serían iguales. Aunque más o menos intuíamos que muchas cosas habrían cambiado, con este interrogante nos fuimos a casa.

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¿Cómo son los baños de un colegio en la actualidad?

Fue al día siguiente, cuando en mis ansias por conocer la respuesta, decidí llamar a mi amigo Carlos, que es secretario en una escuela pública de educación primaria del centro de Barcelona.

Puesto que el tema me interesaba, podía dar para largo y hacía ya algún tiempo que no nos veíamos, decidí invitarle a comer en un conocido restaurante de la capital catalana.

Tras los choques de puños iniciales y después de ponernos al día durante el transcurso del primer plato, durante el segundo y los postres decidí atacar con mis preguntas sobre el tema.

Para poner a mi amigo en contexto y no ser tan directo ya de inicio, decidí primeramente hablarle del encuentro, conversación y pregunta final que me planteaba el otro día junto con Xavier, mi otro amigo de infancia del colegio. ¿Son iguales los baños de una escuela que antaño, cuando éramos pequeños? ¿En qué han cambiado?

“Pufff”, todavía recuerdo el soplido que mi amigo entonces exhaló antes de mirar hacia arriba y tardar como 3 o 4 segundos en contestar. ¡Menos mal que todavía no habíamos comenzado el segundo plato y aún llevábamos mascarilla!

Tras la primera mueca de sonrisa que esbozó, su contestación sonó de manera rotunda y con voz grave “NO”. Me estuvo explicando que las cosas habían cambiado mucho debido al uso del móvil, de las redes sociales y las nuevas tecnologías. “Los niños de hoy en día miran pantallas, no juegan y se relacionan personalmente tanto como entonces, incluso, no se miran ni a los ojos”, recuerdo que me dijo.

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Pero que sobre todo era imposible que en la actualidad se dieran las mismas imágenes de entonces, ya que el paso de la pandemia había cambiado los protocolos y la manera de acceder y estar de los niños y niñas en los baños públicos de los colegios. Hoy en día, por ejemplo, no es posible que más de una persona, ya sea maestro o alumno, pueda acceder al lavabo. Lo han de hacer de en uno en uno y guardando el estricto orden de cola. Hecho que además es controlado por los nuevos vigilantes de la escuela: su profesorado. Ello, unido a que el baño de una escuela en invierno parece más un iglú que otra cosa (se encuentran las ventanas abiertas casi todo el día), hacen de estos un lugar solitario y de paso obligatorio en el que no entretenerse más de dos minutos. Orden y control fueron las palabras que más pronunciaba en la conversación.

Tras unos pequeños momentos de desilusión y tristeza interna que sentía por lo que estaba escuchando (quizás me convertí de repente en el niño de entonces que no quería aceptarlo), decidí indagar un poco más sobre este tema.

Le pregunté a Carlos directamente sobre cómo es llevar la gestión de los baños de un colegio como el suyo en tiempos de pandemia. “Realmente nada fácil” me contestó. A continuación, decidí escucharle 20 minutos sin interrumpirle ni una sola vez, mientras me esgrimía las principales dificultades y problemas con los que se encuentra.

A modo de resumen, éstas son:

1. Debido a un uso más intensivo y la necesidad de llevar a cabo una higiene de manos más rigurosa, tienen un grave problema de limpieza del recinto ocasionado por la acumulación de papeles y otros enseres en el suelo. Las papeleras están en muchas ocasiones a rebosar de papel.

2. Además, los niños y adolescentes en la actualidad, tampoco se diferencian por otorgar un exquisito trato a los equipamientos y accesorios presentes en el baño, tales como dispensadores de jabón, papeleras, rollos de papel, espejos, lavabos, secadores de manos, etc..

3. Todo ello ocasiona un enorme aumento de los gastos de reposición de equipamiento y en la compra de papel, así como en la gestión, mantenimiento y limpieza de los espacios de baño.

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4. El problema, para más inri, se agrava con la presencia de secadores de manos de marca blanca, que por su mala calidad han dejado ya de funcionar (esto recuerdo que me lo dijo medio avergonzado y de manera acelerada, ya que mi amigo era consciente que hablaba con su amigo, pero también que hablaba con un profesional que trabajaba en una empresa fabricante de secadores de manos).

5. Además, ha escuchado, incluso en alguna reunión de padres y madres, que los secadores de manos no son un método tan higiénico para secarse las manos en tiempos de Coronavirus. Por lo que, si no hubieran dejado de funcionar, me reconoció que lo más seguro es que se hubieran planteado desenchufarlos.

A continuación, tras haber tomado nota de cada uno de los puntos y excusarme para poder ir al lavabo del restaurante durante unos minutos, regresé a la mesa decidido a responder y echar un cable a mi amigo, presentándole las mejores alternativas y soluciones que dieran por solucionados sus problemas. “Mira Carlos, estos que te voy a dar ahora son unos pequeños consejos que te ofrezco como amigo y como profesional que trabaja en el sector de los baños colectivos”.


Consejos para gestionar correctamente los lavabos colectivos de un colegio

Primeramente, para resolver los problemas que tiene con el papel, en relación a la falta de higiene y suciedad que le origina sobre todo en el suelo y para evitar el enorme gasto mensual en la compra de toallitas de papel, le recomendé claramente la instalación de secadores de manos eco rápidos de última generación. Con ellos ofrecería a los alumnos y profesores un secado de manos igual o más eficiente (en tan sólo 10 segundos) que con el papel y además tendrían un suelo mucho más limpio y despejado. Esto se traduciría en un espacio mucho más higiénico y saludable y, también, en un gran ahorro en los costes de mantenimiento de los lavabos. Por otro lado, al ser estos secadores de manos de bajo consumo eléctrico, se ahorrarían el enorme coste que tienen en la compra de toallitas de papel. Para que pudiera realmente tomar consciencia de esto último, le enseñé en mi teléfono móvil la herramienta calculadora que tenemos actualmente en la página web de Mediclinics. Todavía recuerdo su cara de asombro y felicidad al ver los miles de euros al año que se podrían ahorrar si instalaran en su colegio estos secadores de manos eco rápidos en vez del uso de tanto papel.


En segundo lugar, en relación al mal trato, según él, que muchos de los alumnos y alumnas dispensan al equipamiento y accesorios del baño, le añadí que ello no era sólo un problema de hoy en día y que era algo atemporal que se repetía a lo largo de las diferentes años y generaciones. Para poder aliviar este problema, le recomendé comprar e instalar accesorios de baño fabricados con materiales más resistentes (como el acero inoxidable). Además, le sugerí que instalara
dispensadores de jabón y secadores de manos que tuvieran llave anti- vandálica. De esta manera, se evitaría los muchos quebraderos de cabeza que le origina el vandalismo. “Cualquier equipamiento o accesorio de baño fabricado con buenos materiales siempre de inicio nos parecen más caros, pero a larga, al resistir mucho más tiempo y no tener que reemplazarlos tan pronto, te acabarán saliendo mucho más rentables. Porque lo barato siempre acaba saliendo caro” sentencié.

Frase última que me sirvió para dar paso al siguiente tema espinoso: la presencia de secadores de manos de marca blanca desenchufados en los lavabos de su escuela. Para que se sintiera menos avergonzado y aliviado, empecé diciéndole que no se preocupara porque por desgracia era un mal endémico más generalizado de lo deseado. Es en este punto, donde quise reforzar y dar valor a las marcas fabricantes como Mediclinics que ofrecen siempre una calidad y garantía en sus productos y servicios. Le remarqué la importancia de la calidad como valor de garantía, confianza, ahorro, eficiencia y rentabilidad a corto, medio y largo plazo. “Porque lo barato siempre acaba saliendo caro”, sentencié de nuevo.

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Y por fin llegué al punto que tenía más ganas, debido a la rabia y malestar que me produce: Los
fake o noticias falsas que han salido a la luz durante la pandemia en relación a los teóricos efectos nocivos que tienen los secadores de manos automáticos a la hora de transmitir el coronavirus y que al parecer había producido que algunas empresas, organismos e instituciones educativas (como era el caso de su colegio), hubieran decidido desenchufarlos. No tardé ni medio segundo en sacar de nuevo mi Smartphone y enseñarle a Carlos algunos de los post que habíamos publicado en el blog de nuestra web hablando sobre ello.

Acabé destacándole que los principales organismos sanitarios a nivel mundial como la OMS o el CDC, así como los principales gobiernos europeos como el español, inglés y alemán se han pronunciado en relación a este tema, mencionando que los secadores de manos son un método igual de fiable, eficaz y seguro que las toallitas de papel a la hora de secarse las manos y hacer frente al COVID-19.

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Para finalizar y acabar de remarcarle su fiabilidad, le hablé sobre algunas de las innovaciones y prestaciones que una marca como Mediclinics ha incorporado en ellos, tales como el
medio filtrante hepa, el aditivo antibacteriano Biocote y la tecnología Ion Hygienic (ionizadores), capaces de desactivar y eliminar virus y bacterias.

Con la frase “Higiene, salud y ahorro son las mayores tendencias en el sector del baño” di por acabada mi charla y recomendaciones para mi amigo Carlos.

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Fue entonces, cuando él se levantó y con un gesto de querer abrazarme (al final se contuvo debido al coronavirus) y mientras me enseñaba su sonrisa complacida, quiso agradecerme enormemente estos consejos que le había ofrecido, acabando finalmente por añadir que sin duda hablaría con el director de su escuela para poder aplicarlos e instaurarlos lo antes posible.

“Ah”, terminé por decirle, “yo sí sé cómo podrías agradecérmelo: ¿Recuerdas esa colección de libros de “Erase una vez la vida” que tenías en tu casa?” “¡Si lo recuerdo, claro!”, me contestó. “¿Pero los quieres para tu hija o para ti?”, me preguntó. Los dos entonces nos miramos y acabamos esa cena riéndonos a carcajadas.



Enrique González
Online Marketing Manager
Mediclinics S,A

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